domingo, 5 de abril de 2009

DOMIMGO DE RAMOS


Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Todos lo esperaban con los brazos abiertos, con cánticos y alabanzas lo recibieron. Estaban entusiasmados, habían escuchado sus palabras y eran palabras de vida, palabras de verdad y de salvación. Pero la misión de Jesús era otra que la de escuchar alabanzas sobre su persona. Y lo primero que hizo, fue entrar en el Templo y echar de allí a todos los que vendían y compraban en el, si, consiguieron cabrearlo muchisimo, Y les dijo a todos los que le quisieron escuchar... Escrito esta; Mi casa ha de ser casa de oración, pero vosotros la estáis convirtiendo en guarida de ladrones. ¿De quien es hoy la misión de que esto se cumpla? ¿Cual es hoy la Casa que Jesús dijo que solo podía ser casa de oración? ¿Es el templo? O ¿es nuestro corazón? En ambos si el Señor se asomara ahora mismo, ¿que se encontraría? Personalmente creo que hemos aprendido muy poco de aquellas palabras y de aquel enfado de Jesús...
isabel agúndez jacobo

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