lunes, 6 de octubre de 2008

DÍA 4 DE OCTUBRE


Y llego el día 4 de octubre, y todos los que amamos a Pacífico nos dimos cita en Descargamaría, para darle un cálido Homenaje a un hombre bueno.
Me apetecía mucho dar testimonio de algo que viví junto a el hacia ya algunos años...
Y por si acaso se presentaba la ocasión, escribí en una libreta todo lo que quería contar.
Cuando nos bajamos del autobús y vi tal cantidad de gente pensé, !Ni loca leo yo algo delante de tanta gente!
Y llego la hora de reunirnos en el Huerto y dio comienzo la Eucaristía, y empezó con el rezo del Ángelus.
La sola lectura, de ese Ángelus tan especial, lleno mis ojos de lágrimas y mi corazón de una emoción muy grande. Y la misa continuó con Pacífico entre nosotros, y siguieron los testimonios cargados de recuerdos, de buenos propósitos, de esperanza en el futuro...

Y yo con mi libreta bien guardadita en el bolso sin pensar ni remotamente en leer lo que había escrito.

Pero, no se que paso, y en un momento pensé... ¿Porque no? ¿Y si me atreviera? solo tengo que levantarme y empezar a leer.
Abrí mi bolso, saque mis papeles y me acerque al Altar , pedí permiso al sacerdote para leer y cogí el micrófono y zas, !Que casualidad! el micrófono dejo de funcionar, !Isabel! !Acercate que desde aquí lo harás mejor! Un alma buena sujeto el micro y por fin muy nerviosa y emocionada pude empezar a leer...

En el año 87 y 88 fui catequista de la mano del padre Pacífico.
Mis hijos Miguel y Pedro hacían la Primera Comunión y Pacífico en una reunión nos invito a los padres a que fuéramos nosotros quienes diéramos la catequesis a nuestros hijos. Para mi fue una experiencia maravillosa que nunca olvidare.
Una hora antes el Padre Pacífico nos daba a los padres, bueno en realidad a las madres, una catequesis muy especial.
Había un libro y un guión que seguir, pero el siempre nos hablaba de lo mismo; Del Amor de Dios hacia los hombres, del amor de Dios que lo impregna todo, del amor que esta en nuestro corazón, el Amor, el Amor, el Amor...
Algunas madres no lo entendían y se alegraban de tener el catecismo a mano para poderle enseñar algo a los niños.
Yo sinceramente aprendí mucho por aquellos días y esa hora que pasábamos junto a Pacífico se me hacia muy corta.
Cuando terminamos las catequesis le escribí un poema para agradecerle todo lo que había hecho por nosotros y por nuestros hijos.
Recuerdo que se lo leyó el padre Manolito y luego me lo pusieron en el "Hermano Papel"
El poema decía así...

A PACÍFICO

Qué gracia tiene este fraile
y también cuanto salero
sobre todo cuando en misa
se come los caramelos.
Siempre tiene algo que hacer
nunca se puede estar quieto
siempre de acá para allá, haciendo esto y aquello.
Señor, ¿Tu le das la fuerza?
Si tiene que ser eso

Porque él escucha a todos
aunque este muy mal de tiempo...
Siempre tiene una palabra,
un consejo o un silencio
Que a veces cuando se calla, nos está hablando por dentro

Gracias desde aquí te damos,
por hacer un gran esfuerzo,
y enseñar a nuestros hijos
a buscar a Dios sin miedo.

Merece la pena, padre
que se te siga rompiendo,
la garganta cuando enseñas
el principal mandamiento.
El del Amor a los hombres,
ancianos, niños, enfermos,
a la gente que nos quiere
y a la que no conocemos.

Tu esfuerzo no será inútil,
puedes estar satisfecho
que el amor que nos enseñas
en practica lo ponemos,
los niños y los mayores,
!Todos los que te queremos!

Me costo mucho poder llegar hasta el final, un nudo en mi garganta y el recuerdo vivo del padre Pacífico me jugaron una mala pasada y bien creí que no podía seguir, pero con la ayuda de todos los que tenia detrás de mi dando me animo, termine lo que había empezado y me sentí muy bien.

isabel agundez jacobo

2 comentarios:

TACHE dijo...

ole la niña grande. Gracias a ti por todo.

José María JURADO dijo...

Isabel, he leído tu libro con emoción y admiración. Muchas gracias por el regalo tan enorme de tu corazón generoso.