miércoles, 21 de mayo de 2008

NIÑOS SOLOS


Era una tarde cualquiera de un día de primavera, el sol bañaba de luz un pequeño
patio, lleno de plantas verdes y arboles frondosos.
Me asome a la ventana y allí estaban ellos, jugando sin parar, montados en sus triciclos y sus patinetes o subidos al tobogan. Los miré y sonreí, me dí cuenta que eran niños muy pequeños, tres años, cinco como mucho...
Me quite de la ventana y seguí con mis cosas. el llanto desconsolado de uno de los niños me hizo mirar de nuevo hacia el patio.
Ahora ya, no solo mire por encima a unos pequeños que jugaban, ahora me metí de lleno y con el corazón, en aquel patio lleno de luz.
Primero busque por entre las ramas de los árboles, al niño que estaba llorando y lo encontré tirado en el suelo junto a su patinete. Enseguida busque a alguna persona mayor que viniera en la ayuda de ese ángel desconsolado, pero nadie acudió. Entonces me dí cuenta de que si había alguien intentando consolarlo, era un niño tan pequeño como el, pero con una gran fuerza y firme determinación.
Me lleno de ternura, como un niño tan pequeño intentaba por todos los medios, ayudar a otro, que seguía tendido en el suelo sin parar de llorar.
Se ponía de rodillas junto a el, lo acariciaba, le tiraba de los brazos para que se levantara, y por fin y con una gran alegría consiguió levantarlo del suelo, durante unos segundos lo sujeto hasta que el otro estuvo seguro de que podía andar sin caerse.
Le acerco el patinete y lo ayudo a que se montara en el. Estaban jugando a hacer carreras con sus triciclos y sus patinetes y siguieron jugando...
Me fije entonces en los demás niños, entraron en escena dos niñas también muy pequeñas, la mayor de unos cuatro años llevaba de la mano a otra que apenas sabía andar, las dos estaban paseando por el jardín ya que siempre hacían el mismo recorrido, después me fije en otra niña que estaba inmóvil en medio del patio y miraba a no se donde, tenía en una mano un palo y con el se rascaba el pelo, se daba como masajes. Otro niño golpeaba con fuerza y con rabia, un palo sobre la pared hasta convertirlo en astillas.
Y de pronto apareció un niño que, con su triciclo atropellaba a todos los que se ponían a su alcance, las niñas que estaban paseando se arrimaron a la paret asustadas, y dos o tres niños quedaron tirados por el suelo y empezaron a llorar.
Bueno la que se formo en un momento, este niño parecía mayor o por lo menos era más alto que los demás. En un momento saco un muñeco de una mochila y se lo tiro con rabia a un niño pequeño que con el impacto se callo de espaldas, y luego volvió a tirar a otro niño de su patinete, el que antes consolaba a su amigo, se fue a por el y le dio un buen tirón de pelo, pero, aunque salio corriendo, el chico mayor lo tiro al suelo y le dio unas cuantas patadas que me llegaron al corazón.
Todo esto estaba sucediendo en cuestión de segundos y allí no salia nadie a poner orden y sobre todo a consolar y a abrazar a los que lloraban.
Mi corazón de madre no comprendía porque no había nadie junto a esos niños para impartir justicia, para abrazar y consolar, para jugar y enseñar a compartir, para reprender y para alabar una buena acción, en ese patio se esta fraguando el futuro y, estaban solos, creciendo solos, sin poder siquiera llorar sobre el regazo de su madre.
Una voz alta y desagradable me saco de mis pensamientos... !Vamos todos delante de mi, donde yo os vea! Me quite de la ventana un poco triste, y estoy segura que tardare algún tiempo en irme de aquel patio lleno de luz.
"FLORES ROTAS"
Niños solos, como flores pisadas.
Amamantados de soledad y olvido.
Que guardaron sus sueños en el viento
y en caminos de piedras
quedaron esparcidos
Son niños que reclaman su tiempo
y no son escuchados.
Que reclaman sus vidas
y no son atendidos.
Niños solos, hambrientos de cariño
Ajados como lirios marchitos.
A los que solo la ternura
y los abrazos
sacara del olvido.
isabel agúndez jacobo

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